Aquí
Aquí, objeto-cuerpo arman un entramado. Más que poder acceder a la totalidad de la escena, enfocamos la visión en un fragmento que abre el mundo. Lucas Ospina una vez dijo: "Una imagen es lo que está antes o después del acontecimiento". Nos perdemos la escena, pero llegamos a su repercusión, a su residuo o a su preparación. Si la narrativa es totalidad, esta está sugerida, más no prometida, no garantizada. Arranca o finaliza la narración, pero nunca se termina de armar.
No diríamos que es la construcción de una escena, pero si la composición de un fracción que está a medio paso entre el artificio (lo que se crea: la utilización de entornos cotidianos y al aire libre como si fueran un estudio fotográfico, espacio que usualmente es esteril, producido, cerrado) y la fotografía de lo aleatorio (lo documental: que siempre tiene mugre y accidente). Sin embargo, aunque su procedimiento parece documental, Velásquez no documenta del todo sino que nos obsequia un fragmento para la especulación, para que la historia sea siempre múltiple. Evita que lo documental nos lleve al problema de la "versión única". Escenifica, pero también encuentra. Ve la magia en una porción de contingencia de la vida cotidiana que acontece bajo cierta luz tropical.
Cristina Velásquez tiene dos cuerpos de trabajo que forman uno solo. Uno de ellos está constituido por fotos, y el otro, por tejidos construidos con los soportes en los que usualmente vemos imágenes (papeles de distintos tipos, entre ellos el fotográfico). En todo caso está la urdimbre, lo que se teje, el entrelace.
Estas fotos tienen que ver con el tejido, no solo por que aparecen lonas. sábanas, cortinas, costales y polisombras, sino por la manera en que los cuerpos se tejen entre sí y con los objetos: yuxtaposición de pieles o de cosas en espacios improbables. El textil-con su manera de caer- viene a darle a la composición su carácter accidental, de hallazgo fortuito. Aquí el textil es el agente que vela y desvela, y estructura desde su forma informe.
Aquí se desplaza la noción de identidad: ya no es un rostro fijo, es un accidente capturado, que en el siguiente segundo puede ser otro, puede variar. Lo que permanece, lo que podríamos llamar "lo identitario", es una cierta luz y la noción de urdimbre. Los individuos son velados por los textiles y por lo tejido. Se vuelve opaca su identidad, como si dijéramos que el yo no está en uno, sino esparcido por el espacio, entretejido con los objetos, expandido en el territorio. Reemplazamos la palabra "yo" por la palabra "aquí".
- Ericka Florez
Here
Here, the object and the body construct a weaving. Rather than accessing the entire scene, our gaze focuses on a fragment that opens up the world. As Lucas Ospina once said, "An image is what happens before or after the occurrence. The scene slips away, but we arrive at its repercussion, its residue, or its preliminary, If the narrative is a totality, it is suggested, but not promised. It is not guaranteed. The narrative begins or ends, yet its assembly is never complete.
Instead of the construction of a scene, we see the composition of a fraction that occurs between the artifice (what is created: using everyday spaces and the outdoors as a photographic studio, a space that is usually sterile, produced. indoors), and the photography of the random (the documentary: always full of dirt and accident). However, although the procedure appears to be documentary, it does not fully document. Instead, it gives us a fragment for speculation, so that the narrative is always multiple. It prevents the documentary from leading us to the problem of the "single version". It stages, but it also encounters, It sees the magic in a slice of the contingency of everyday life that happens in a certain tropical
Cristina Velásquez works in two modes that share the same poetic strategies, She composes photographs and makes paper weavings. In either mode, the warp is present, the weaving, the intertwining.
These photographs relate to weaving, not only because of the presence of fabrics. sheets, curtains, fruit sacks, and meshes, but also because of how bodies are woven together with one another, and with objects. There is a juxtaposition of skins or objects in improbable spaces. The way in which the textile drapes gives the composition its accidental character of fortuitous finding. Here, the textile is the agent that veils, reveals, and structures from its formless form.
Here, the notion of identity is displaced, it is no longer a fixed face, it is a captured accident, which in the following second can be another, can vary. What remains, what we could call "the identitary," is a certain light and the notion of "urdimbre." Individuals are veiled by textiles and by what is woven (lo tejido). Identity is obscured as if saying that the self is not in oneself, but scattered throughout space, intertwined with objects, expanded in territory. We replace the word "I" with the word "here."
- Ericka Florez
This review was written for "Embriagantes", published by New Poetics Publishing
10/2023